El camino Real que unía Buenos Aires
con Lima, tenía un punto crítico que comenzó a ser llamado “la Frontera”,
debido a que por la puerta del río Pasaje penetraban los malones desde el Chaco
Gualamba. Y este mismo río que era un camino natural, en épocas de creciente
detenía a los viajeros, a veces por largas semanas. Así, la zona de Metán se
convirtió en un lugar estratégico, y fue testigo de numerosos y trascendentes
hechos históricos en la época hispánica, y durante la guerra por la
independencia y las luchas civiles.
Entre estos hechos históricos, los
más importantes fueron, por sus consecuencias, los encuentros entre San Martín
con Belgrano, y luego con Güemes, en la sala de Yatasto, de los Toledo y
Pimentel, situada unos 8 kilómetros al
sur de Metán (hoy Metán Viejo). Previamente, en esta casa el Gral. Belgrano
había recibido el mando del Ejército del Norte de manos de Pueyrredón, el 26 de
marzo de 1812. Por ello podemos decir que Metán tuvo el privilegio de ver
reunidos, y planear la estrategia decisiva, a los tres máximos héroes de
nuestra independencia. Si alguno de ellos hubiera fallado en su misión, tal vez
las Provincias Unidas habrían sido reconquistadas, y el Congreso de Tucumán no
se hubiera llevado a cabo.
Debemos recordar que el Gral.
Belgrano logró revertir la mala imagen que de la Revolución dejó la primera
expedición al alto Perú, en donde se comenzó a llamar a los de Buenos aires
“porteños herejes y crueles”, por la política de terror innecesaria que aplicó
Castelli siguiendo órdenes de Moreno, con profanaciones de templos y
fusilamientos de oficiales de menor rango. Belgrano llegó a tener gran estima
por nuestra zona, tal vez porque en el territorio metanense obtuvo su primer
triunfo sobre las fuerzas realistas en el combate de Las Piedras, el 3 de
setiembre de 1812. Muchos sostienen que en ese lugar, López y Planes comenzó a
escribir las primeras estrofas de nuestro himno. Y también Belgrano, después de
la decisiva batalla de Tucumán, hizo jurar al Ejército fidelidad, a orillas del río Pasaje que él bautizó
“Juramento”, a la Soberana Asamblea Constituyente, y desplegó la bandera
celeste y blanca que ya no dejaría de flamear hasta el día de hoy.
Después de Vilcapugio y Ayohuma,
Belgrano es reemplazado en el mando del Ejército del Norte por el entonces
coronel don José de San Martín. Este llega a Yatasto el 16 de enero de 1814,
siendo hospedado por la citada familia de Toledo y Pimentel. Al día siguiente parte
con los refuerzos que trae hacia Chilcas, donde Belgrano lo espera en la ribera
norte del río Juramento. Luego, el día 19,
cruzará el río para ir al encuentro de San Martín, que había llegado a
la posta de Los Algarrobos. Ambos deciden trasladarse a la sala de Las Juntas
de Yatasto, cuyo propietario era el catalán Manuel Torrens la que, por estar al
lado del camino Real, era como una posta aunque no oficial. Allí permanecerán
el día 20 de enero (fecha incorporada como efemérides del Municipio de Metán), donde son obsequiados con pescado del río
Juramento, que dará origen a la célebre
receta “Dorado a la San Martín”, que publicara Juana Manuela Gorriti en su
“Cocina Ecléctica”.
San martín comprendió muy bien las
virtudes de las que estaba dotado el Gral. Belgrano, y escribió al Director
Posadas para que no lo excluya del Ejército del Norte, alegando su gran
conocimiento de la gente y de la región, y de la estima que le tenían sus
oficiales y soldados, pero fue en vano. El 26 de enero el creador de la Bandera
partirá hacia Tucumán.
San Martín no avanzó más al norte del
río Juramento, y se quedó sin conocer la Capital de los salteños (lo mismo hará
Sarmiento en 1884 cuando visitó Metán). Pero faltaba el otro encuentro decisivo
para la causa. A comienzos de febrero de 1814 llegó a Yatasto el todavía
coronel Martín Miguel de Güemes, y desde el comienzo ambos se comprenden e
intuyen los diferentes roles que les tocará desempeñar, en la difícil etapa que
se avecinaba para la Patria. El Libertador ya tenía en mente el plan
continental, de llegar a Lima por vía marítima, para lo que se necesitaba
construir una barrera defensiva infranqueable en la frontera norte. Se dice que
este plan lo esbozó el Gral. Guido, amigo íntimo de San Martín, y otros
sostienen que distintos estrategas ya lo habían discutido antes. Lo cierto es
que serán estos dos hombres los que lo llevarán a cabo.
Mientras discuten la estrategia y las
posibles alternativas o tácticas, recorren la zona, Una tradición oral firme
nos dice que llegaron a Ortega, un poco más allá de El Galpón, ya que en esa
antigua reducción estaba la tumba del gobernador don Jerónimo de Matorras, tío
de San Martín, el que había fallecido allí en 1775 mientras construía una
capilla. Algunos agregan que llegaron hasta los primeros fortines de Anta, lo
que sin duda sirvió para que el nuevo Jefe del Ejército apreciara las virtudes
del héroe salteño. Por ello lo designa Comandante de las avanzadas del río
Juramento, instalando Güemes su campamento en Conchas, a pocos kilómetros al
norte de Metán, y el Libertador parte hacia San Miguel de Tucumán, donde piensa
levantar una fortaleza.
Ya todos sabemos cómo terminó esta
historia. San Martín llegó a Lima, pero una traición sesgó la vida del Gral.
Gúemes cuando tenía sólo 36 años, lo que, junto con la ceguera política de Rivadavia, impidió que
se abra un segundo frente por el Alto Perú, como lo establecía el plan
continental. ¿Las consecuencias? La gloria de terminar con la guerra de la
independencia quedó para Simón Bolívar, y nuestro país perdió definitivamente
las provincias altoperuanas, con más un millón de kilómetros cuadrados, y su
salida al Pacífico. Todo un triunfo para los pequeños hombres de las logias
pro-británicas del Río de la Plata.
Eduardo R. Poma
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